Un equipo de investigación de la Universidad Estatal de Pensilvania ha recopilado datos sobre la producción y el uso de unas diminutas partículas misteriosas por parte de los saltamontes, que podrían ser clave para la próxima generación de dispositivos de invisibilidad.
Estas partículas enigmáticas, conocidas como brocosomas, son estructuras ultradiminutas secretadas por los saltahojas, un grupo de insectos de la familia Cicadellidae. Descubiertos por primera vez en la década de 1950 por el entomólogo canadiense William R. Richards utilizando microscopía electrónica, los brocosomas han intrigado a los científicos debido a su potencial para influir en la reflexión de la luz en el cuerpo del insecto, posiblemente para camuflarse o comunicarse visualmente con otros de su especie.
Inspirados por la naturaleza, los investigadores han desarrollado una nueva tecnología de invisibilidad basada en los principios de los brocosomas. Mediante la replicación exacta de la estructura de estas partículas, han logrado desentrañar cómo absorben la luz, tanto visible como ultravioleta. Este avance podría llevar al desarrollo de materiales ópticos bioinspirados con diversas aplicaciones, desde dispositivos de camuflaje hasta recubrimientos para una recolección de energía solar más eficiente.
Los brocosomas, que tienen aproximadamente 600 nanómetros de diámetro y poros de alrededor de 200 nanómetros, no solo absorben la luz ultravioleta, sino que también reducen la visibilidad para los depredadores con visión ultravioleta, como aves y reptiles, proporcionando un escudo antirreflectante.
El equipo logró sintetizar brocosomas sintéticos utilizando tecnología avanzada de impresión 3D, imitando tanto la morfología como la función de los brocosomas naturales. Estas nuevas partículas fabricadas en laboratorio redujeron el reflejo de la luz hasta en un 94%, lo que sugiere un gran potencial para aplicaciones tecnológicas futuras.
Este descubrimiento resalta cómo la naturaleza puede servir como una fuente inagotable de inspiración para el desarrollo de nuevas tecnologías. Al comprender y emular los mecanismos naturales, los científicos pueden abrir nuevas posibilidades en campos como la ingeniería de materiales y la óptica, con aplicaciones que van desde recubrimientos farmacéuticos protectores hasta tecnologías de cifrado de información basadas en la manipulación de la luz.