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«La revolución de los semáforos: ¿Por qué el futuro incluirá una cuarta luz?»

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Traffic light with led lamps, green, yellow and red stoplight signals for cars movement regulation on road. Street semaphore, electric tool design elements, isolated Realistic 3d vector illustration

Un estudio de la Universidad Estatal de Carolina del Norte sugiere que la incorporación de una luz blanca adicional en los semáforos, diseñada para vehículos autónomos (AV), podría mejorar significativamente los tiempos de tránsito en intersecciones con alta congestión.

¿Cómo funcionaría?

El sistema propuesto añadiría una luz blanca al diseño tradicional de los semáforos, que se activaría cuando se detectara un número suficiente de vehículos autónomos en la vía. Esta luz indicaría a los conductores humanos que los vehículos autónomos han asumido el control del tráfico mediante comunicación inalámbrica. Durante esta «fase blanca», los conductores humanos solo tendrían que seguir al vehículo que les precede, facilitando una circulación más fluida.

La implementación de este sistema requiere que los vehículos autónomos se comuniquen entre sí y con la infraestructura de tráfico. Aunque el color de la luz blanca es irrelevante para su funcionamiento técnico, su objetivo es proporcionar claridad visual a los conductores humanos sobre cómo proceder.

Beneficios: menos retrasos en el tráfico

Simulaciones computarizadas del estudio mostraron que el aumento de vehículos autónomos reduce los retrasos de manera notable. Cuando solo el 10% de los vehículos en una intersección eran autónomos, los retrasos se reducían en un 3%. Con un 30% de vehículos autónomos, la disminución alcanzaba el 10,7%.

La inteligencia artificial utilizada por los AV es mucho más eficiente para gestionar el tráfico que los semáforos tradicionales, al optimizar las secuencias de paso y minimizar los ciclos de parada y arranque. Esto permite un tránsito más rápido y ahorros tanto en tiempo como en combustible.

Perspectivas futuras

Aunque los semáforos de cuatro luces aún son un concepto a largo plazo, los investigadores se muestran optimistas sobre su viabilidad una vez que los vehículos autónomos sean una realidad más extendida.

En Europa, el Reglamento General de Seguridad de Vehículos, en vigor desde julio de 2022, ya establece un marco legal para los vehículos autónomos, incluyendo sistemas avanzados de asistencia al conductor y regulaciones que permiten el desarrollo de niveles 3 y 4 de automatización, como robotaxis y transbordadores urbanos. Además, países como España trabajan en normativas nacionales para facilitar la integración de estos vehículos en sus sistemas de transporte.

La implementación de esta tecnología podría marcar un avance significativo en la gestión del tráfico, ofreciendo soluciones más eficientes y sostenibles.

Tienes 100 apps en tu móvil, pero solo necesitas 15. Descubre el minimalismo digital y haz espacio para la productividad.

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En 2025, el smartphone se ha convertido en una caja de herramientas en constante expansión. Se llena de aplicaciones, muchas de ellas redundantes, inservibles o incluso averiadas. Tenemos decenas o cientos instaladas, pero usamos activamente menos del 20%. El resto es simplemente lastre digital que cargamos día a día.

Esta acumulación tiene un costo. Cada aplicación adicional implica:

  • Más tiempo buscando la que realmente necesitamos.
  • Más notificaciones compitiendo por nuestra atención.
  • Más actualizaciones por instalar.
  • Más tiempo dedicado a esas actualizaciones.
  • Más espacio ocupado innecesariamente.

Es como tener una caja de herramientas tan abarrotada que tardamos diez minutos en encontrar un destornillador.

La solución es sencilla, aunque requiere determinación: adoptar un enfoque minimalista con tres niveles de aplicaciones:

  1. Vitales: Las 5 o 10 imprescindibles, como mensajería, correo, navegador, mapas, podcasting y calendario.
  2. Útiles: Las 10 o 15 que usamos semanalmente y aportan valor tangible, como banca, clima, chatbots o redes sociales de confianza.
  3. Prescindibles: Todo lo demás. Si no has abierto una aplicación en más de un mes, probablemente no la necesitas.

El minimalismo digital no consiste en renunciar, sino en ganar claridad. Cada app eliminada es un fragmento de atención recuperado, y la atención, a diferencia del almacenamiento, no se puede comprar.

La saturación de aplicaciones es el ruido ambiental de nuestra era. Solo notamos su ausencia cuando lo eliminamos, y nos preguntamos cómo toleramos convivir tanto tiempo con él.

Cuando tu teléfono indique «memoria llena», considéralo una oportunidad. No siempre necesitamos más espacio, pero casi siempre necesitamos menos distracciones. Guardar recuerdos es otra historia, muy distinta.

El cargador USB-C se convertirá en universal y obligatorio en España: implicaciones y cambios

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El cargador único USB-C: una realidad europea y española

Desde hace dos años, el estándar europeo para cargadores es el USB-C. Esta medida fue aprobada por el Parlamento Europeo en octubre de 2022, estableciendo un plazo hasta finales de 2024 para su implementación. A partir de esa fecha, cualquier dispositivo incluido en la normativa que se comercialice en Europa deberá contar con este conector. En España, esta norma será obligatoria desde mañana, 28 de diciembre, convirtiendo al USB-C en el conector universal y único.

Una normativa enfocada en la sostenibilidad

El 30 de abril pasado, el Ministerio para la Transformación Digital actualizó el reglamento sobre la comercialización de equipos radioeléctricos mediante una modificación al Real Decreto 188/2016, de 6 de mayo. Este cambio obliga a que todos los cargadores de nuevos dispositivos electrónicos sean USB tipo C. El objetivo principal es reducir los residuos electrónicos mediante la estandarización de cargadores. Aunque esta medida trae numerosos beneficios, también plantea ciertos desafíos.

Cambios en la industria

La tendencia de vender dispositivos sin cargador en la caja es cada vez más común en el mercado. Aunque hay excepciones, los fabricantes suelen permitir al usuario reutilizar cargadores antiguos o adquirirlos por separado. En España, la normativa no exige que los dispositivos se vendan sin cargador, pero sí obliga a ofrecer la opción de comprarlos sin este accesorio.

Normas sobre carga rápida

Los dispositivos afectados por esta normativa que admitan carga rápida por cable superior a 15 W (5V/3A) deberán ser compatibles con Power Delivery (PD). Además, se garantiza que cualquier protocolo adicional de carga funcione plenamente con este estándar, independientemente del cargador utilizado.

Identificación mediante pictogramas

Para facilitar la información al consumidor, los fabricantes deberán incluir pictogramas en la caja del producto. Estos símbolos indicarán si el cargador está incluido, así como la potencia mínima requerida y la máxima admitida. En caso de que el dispositivo sea compatible con el protocolo USB PD, deberá indicarse explícitamente. La normativa permite variaciones en el diseño del pictograma, siempre que sea legible y visible.

Dispositivos afectados

Desde mañana, la normativa se aplicará a cargadores de móviles, tabletas, cámaras, auriculares, teclados, ratones, altavoces, sistemas de navegación y videoconsolas portátiles. A partir de abril de 2026, la regla también incluirá a los portátiles, ampliando el alcance de esta regulación.

Impacto en los usuarios

En la práctica, esta medida supone un cambio menor para la mayoría de los usuarios. Muchos fabricantes ya adoptaron el USB-C hace años, por lo que la mayoría de los dispositivos comprados desde 2022 ya cumplen con esta normativa. Lo más notorio será la comodidad de usar un único cable para múltiples dispositivos. Sin embargo, los equipos que aún utilicen otros tipos de conectores, como los USB más antiguos, seguirán funcionando sin problemas.

Un chip que anticipa los infartos antes de que sucedan

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En los infartos, cada segundo es crucial. Un nuevo análisis de sangre promete diagnosticar estos eventos en minutos, en lugar de horas, y podría convertirse en una herramienta útil tanto para los primeros intervinientes como para uso doméstico.

«Los infartos de miocardio requieren atención médica inmediata para mejorar el pronóstico del paciente. Sin embargo, aunque el diagnóstico precoz es esencial, fuera del entorno clínico puede ser extremadamente difícil, incluso casi imposible», explica Peng Zheng, autor principal e investigador asociado en la Universidad Johns Hopkins. «Hemos desarrollado una tecnología innovadora que puede determinar rápida y precisamente si alguien está experimentando un infarto».

Este avance, que también podría adaptarse para detectar enfermedades infecciosas y biomarcadores de cáncer, ha sido publicado recientemente en Advanced Science.

El núcleo del dispositivo es un diminuto chip con una superficie nanoestructurada de última generación que permite analizar la sangre de forma rápida y efectiva.

Un avance en la biofotónica

Zheng y su colega principal, Ishan Barman, se especializan en herramientas de diagnóstico basadas en biofotónica, empleando luz láser para identificar biomarcadores, señales que el cuerpo produce ante condiciones como enfermedades. En este caso, aplicaron esta tecnología para detectar los primeros signos de un infarto directamente en la sangre.

A pesar de que más de 800,000 personas sufren infartos cada año en Estados Unidos, esta afección sigue siendo una de las más difíciles de diagnosticar debido a sus síntomas variables y señales biológicas sutiles, que suelen pasar desapercibidas en las primeras etapas, cuando la intervención médica es más eficaz.

Actualmente, los pacientes con sospecha de infarto deben someterse a una combinación de pruebas: electrocardiogramas, que registran la actividad eléctrica del corazón en unos cinco minutos, y análisis de sangre que tardan al menos una hora en arrojar resultados, con frecuencia necesitándose varias repeticiones.

Resultados más rápidos y precisos

El nuevo análisis de sangre desarrollado por el equipo reduce el tiempo de diagnóstico a apenas cinco o siete minutos. Además, los investigadores afirman que es más preciso y asequible que las técnicas actuales.

Aunque el diseño inicial está pensado para su uso en entornos clínicos, el dispositivo podría adaptarse como una herramienta portátil para que equipos de emergencia lo utilicen en campo o incluso para que los pacientes lo empleen en casa.

Inspiración futurista: el tricorder de Star Trek

«Estamos hablando de velocidad, precisión y la capacidad de realizar pruebas fuera del hospital», señala Barman, bioingeniero del Departamento de Ingeniería Mecánica. «Nuestra visión es que, en el futuro, este dispositivo se asemeje a un tricorder de Star Trek: con una gota de sangre, obtienes resultados en cuestión de segundos».

El corazón de esta innovación es un chip con una metasuperficie nanoestructurada que mejora las señales eléctricas y magnéticas durante el análisis por espectroscopia Raman. Esto permite detectar biomarcadores de infarto en cuestión de segundos, incluso en concentraciones extremadamente bajas, superando la sensibilidad de las pruebas actuales.

Más allá de los infartos

Aunque el dispositivo está diseñado para diagnosticar infartos, los investigadores ven un gran potencial en su uso para detectar biomarcadores de cáncer y enfermedades infecciosas.

«El potencial comercial de esta tecnología es enorme», asegura Barman. «No hay límites para las aplicaciones de esta plataforma». El equipo ahora se enfoca en optimizar el análisis y preparar ensayos clínicos a mayor escala.

Las pantallas están empujando al límite las capacidades de nuestras mentes ancestrales.

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La evolución humana moldeó nuestros cerebros para enfrentar peligros inmediatos y adaptarse a entornos naturales. Sin embargo, en la actualidad, nuestras mentes enfrentan una avalancha constante de estímulos digitales que compiten por nuestra atención. Alvin Toffler, en los años 70, acuñó el término «sobrecarga de información» para describir cómo el exceso de datos puede superar nuestra capacidad de procesamiento, afectando nuestra homeostasis o equilibrio interno. Las tecnologías modernas, diseñadas para capturar nuestra atención, han transformado profundamente nuestra forma de interactuar con el mundo y entre nosotros mismos.

En su libro Your Stone Age Brain in the Screen Age: Coping with Digital Distraction and Sensory Overload, el neurólogo Richard E. Cytowic analiza cómo nuestros cerebros, que han cambiado poco desde la Edad de Piedra, están mal equipados para enfrentar la velocidad y las exigencias de la cultura digital moderna. Aunque nuestra biología es adaptativa, las demandas tecnológicas actuales exceden los límites de lo que podemos manejar.

Cytowic señala que la raíz del problema radica en los límites energéticos del cerebro. A pesar de su eficiencia, este órgano solo puede realizar un trabajo limitado antes de agotarse. La sobrecarga de información genera un ciclo de estrés que comienza con una sensación de saturación, continúa con distracciones frecuentes y culmina en errores. Para contrarrestar este fenómeno, es fundamental reducir los estímulos o aprender a gestionar el estrés asociado.

Un cerebro prehistórico en la era digital

El concepto de «sobrecarga de información» no es reciente. En 2011, los estadounidenses consumían cinco veces más información diaria que en 1986, y desde entonces la dependencia de dispositivos digitales no ha dejado de aumentar. Un estudio de Microsoft en Canadá afirmó que el promedio de atención ha disminuido a menos de ocho segundos, aunque esta conclusión es debatida. Investigaciones más sólidas, como las de Gloria Mark de la Universidad de California, Irvine, revelan que el tiempo promedio de atención frente a pantallas pasó de 150 segundos en 2004 a solo 47 segundos en 2012.

La evolución nos hizo procesar estímulos visuales más rápido que los auditivos, ya que nuestros ancestros dependían de la visión para identificar amenazas inmediatas. Este sesgo sigue vigente y, en el contexto actual, las pantallas ejercen una demanda constante sobre nuestras redes neuronales. Además, las notificaciones y alertas digitales fomentan lo que los expertos llaman «interrupciones autoinfligidas», minando aún más nuestra capacidad de concentración.

Las consecuencias de esta exposición continua van más allá de la distracción. Cambiar frecuentemente entre tareas, una práctica conocida como atención alternante, requiere un esfuerzo cognitivo significativo, lo que puede derivar en fatiga mental, bloqueos de pensamiento y problemas de memoria. No obstante, Cytowic sostiene que hay soluciones. Herramientas como temporizadores o recordatorios visuales pueden ayudar a establecer pausas regulares, reduciendo parte de la carga cognitiva.

Adaptación en un mundo hiperconectado

Conforme la tecnología avanza, también lo hace su impacto en nuestra biología. Así como el siglo XIX trajo preocupaciones sobre cómo los trenes de alta velocidad afectarían el cuerpo humano, hoy nos enfrentamos a inquietudes sobre el efecto de las tecnologías digitales en nuestra mente. Mientras que los trenes solo requerían adaptaciones físicas, la revolución digital demanda una reorganización más profunda: ajustar nuestras prioridades cognitivas y redefinir cómo gestionamos nuestra atención en un entorno hiperconectado.

La conclusión de Cytowic es contundente: para prosperar en la era digital, debemos reconocer las limitaciones de nuestro «cerebro de la Edad de Piedra» y adoptar estrategias que nos permitan equilibrar las exigencias tecnológicas con nuestras capacidades biológicas.

«WiMAX: Qué es y cómo funciona esta tecnología inalámbrica»

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En los últimos años, la tecnología ha dejado de ser solo una herramienta básica para convertirse en una parte integral de nuestra vida diaria, al punto de que resulta casi inimaginable realizar tareas sin su ayuda.

La pandemia de COVID-19, a partir de 2020, aceleró esta transición, llevando incluso a los más reacios a familiarizarse con herramientas tecnológicas para mantenerse conectados con sus seres queridos y adaptarse a nuevas formas de interacción. Así, la tecnología pasó a ser una compañera imprescindible en el día a día.

Sin embargo, la relación con la tecnología no terminó con la pandemia. Hoy queda claro que seguirá desempeñando un papel clave en nuestras actividades cotidianas. Por ello, es crucial seguir ampliando nuestro conocimiento y habilidades en este ámbito para no quedarnos atrás en un mundo cada vez más digitalizado.

WiMAX: ¿Qué es y cómo funciona?

WiMAX, que proviene de las siglas Worldwide Interoperability for Microwave Access (Interoperabilidad Mundial para Acceso por Microondas), es una tecnología de conexión inalámbrica que utiliza ondas de radio con frecuencias entre 2,5 GHz y 5,8 GHz, ofreciendo una cobertura de hasta 70 kilómetros. Es una alternativa efectiva a las conexiones de fibra óptica, especialmente en áreas rurales.

Funcionamiento de WiMAX

Para utilizar WiMAX, se necesita una antena que apunte hacia un repetidor proporcionado por el proveedor del servicio. Esta antena se conecta con el router o dispositivo del usuario, permitiendo gestionar la señal. Las velocidades de conexión pueden alcanzar hasta 1 Gbps en entornos residenciales y 365 Mbps en dispositivos móviles.

Tipos de WiMAX

Existen dos variantes principales:

  1. 802.16d (Acceso fijo): Velocidades de hasta 70 Mbps, ideal para conexiones estables en viviendas.
  2. 802.16e (Puntos móviles): Permite al usuario desplazarse mientras mantiene la conexión, similar a las tecnologías GSM.

Ventajas y Usos

WiMAX destaca por:

  • Ser una alternativa económica a ADSL con mayor ancho de banda.
  • Facilitar la instalación de antenas y ofrecer buena cobertura en zonas rurales.
  • Escalabilidad según las necesidades del usuario.

Sus usos principales incluyen navegar por internet, ofrecer conexión portátil de banda ancha y sustituir tecnologías móviles como GSM y CDMA. Aunque enfrenta desafíos como obstáculos en la señal entre antenas y repetidores, dispositivos de rebote ayudan a mitigar estos problemas.

La importancia de adaptarse a la tecnología

A pesar de su omnipresencia, muchas personas aún enfrentan dificultades para utilizar la tecnología de manera efectiva. Sin embargo, aprender a manejar herramientas digitales no solo ayuda a resolver tareas cotidianas, sino que también permite estar más preparados para enfrentar riesgos como el phishing, que puede prevenirse con conocimientos básicos de ciberseguridad.

En definitiva, la tecnología no solo es un aliado en nuestras actividades diarias, sino una necesidad que seguirá moldeando la forma en que vivimos y trabajamos. Adaptarse a estos cambios es esencial para aprovechar todo su potencial y evitar quedarse rezagados en un mundo que avanza rápidamente.

«La percepción de autoría por IA hace que las historias sean menos apreciadas por el público»

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Las historias creadas por la última versión de ChatGPT resultaron casi tan buenas como las de autores humanos, según una nueva investigación que analiza las capacidades narrativas de la inteligencia artificial.

Sin embargo, cuando los participantes sabían que una historia había sido escrita por IA —ya fuera cierto o no—, tendían a valorarla de manera negativa. Esto sugiere una desconfianza y rechazo hacia el arte generado por máquinas.

«A la gente no le gusta cuando cree que una historia ha sido escrita por IA, sin importar si realmente lo fue», explica Haoran «Chris» Chu, profesor de Relaciones Públicas en la Universidad de Florida y coautor del estudio. «La IA es buena para crear narrativas consistentes, lógicas y coherentes, pero aún no alcanza a las personas en la capacidad de producir historias verdaderamente cautivadoras».

Chu señala que la calidad narrativa de la IA podría ser una herramienta útil para profesionales como los trabajadores de la salud pública, ayudándolos a elaborar historias persuasivas que fomenten comportamientos saludables, como la vacunación. Él y su coautora, la doctora Sixiao Liu, de la Universidad de Florida Central, publicaron los hallazgos en la Journal of Communication.

En el estudio, los investigadores presentaron dos versiones de las mismas historias: una escrita por un humano y otra generada por ChatGPT. Los participantes evaluaron el interés que les despertaban las narraciones. Para examinar cómo influían las creencias sobre la IA en las valoraciones, Chu y Liu manipularon las etiquetas de autoría. En algunos casos, la historia se atribuía correctamente a un ordenador, mientras que en otros se afirmaba erróneamente que había sido escrita por una persona. También etiquetaron historias humanas como creadas por IA.

Las encuestas evaluaron dos elementos clave de la narración: el contraargumento (la capacidad de refutar la historia) y la sensación de inmersión. Estos dos componentes suelen estar en tensión.

«La sensación de inmersión es algo que todos hemos experimentado», señala Chu. «Es cuando estás tan absorto en una historia que te olvidas, por ejemplo, de las butacas incómodas de un cine. En ese estado, las personas tienden a bajar sus defensas frente al contenido persuasivo, reduciendo los contraargumentos».

Aunque en general las historias generadas por IA se consideraron tan persuasivas como las escritas por humanos, no lograron transportar a los lectores de manera tan efectiva.

«La IA no escribe como un maestro, lo cual probablemente sea una buena noticia para los guionistas de Hollywood, al menos por ahora», concluye Chu.

Cuando los móviles tenían antenas externas: la evolución de la conectividad.

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Es posible que pocos recuerden que los primeros teléfonos móviles venían acompañados de una maleta que albergaba tanto la batería como buena parte de su circuitería. Eran auténticos monstruos tecnológicos que, pese a representar un gran avance, estaban limitados por las capacidades de la época. En aquel entonces, todo era más voluminoso, y los móviles distaban mucho de ser pequeños o cómodos.

Con el tiempo, esto cambió, y el diseño de los teléfonos evolucionó. Un ejemplo evidente son las antenas, que al principio eran dispositivos externos adheridos al móvil, a menudo extensibles. A medida que la tecnología avanzó, las antenas se hicieron más pequeñas y eficientes, hasta quedar integradas en el cuerpo del teléfono, ya sea ocultas tras bandas que cruzan el dispositivo o incorporadas en el marco.

En sus inicios, las antenas eran poco eficientes y requerían mantenerse alejadas de los componentes electrónicos para mejorar la captación de señal. Este diseño externo buscaba reducir interferencias y sortear problemas como el efecto jaula de Faraday, que afecta la recepción en estructuras metálicas. Por eso, los primeros teléfonos móviles, como el Motorola MicroTAC de 1989, contaban con antenas telescópicas o rígidas que se extendían para mejorar la cobertura en redes 1G, 2G e incluso 3G, que en ese entonces ofrecían señales más débiles que las actuales.

Con el avance tecnológico, las antenas telescópicas dieron paso a las fijas, como las del Alcatel OneTouch Easy, cuya antena recubierta de goma era famosa por desprenderse tras un golpe y ser fácil de recolocar. Más adelante, llegaron las antenas miniaturizadas y finalmente las «invisibles», integradas en el cuerpo del móvil. Antes de desaparecer a simple vista, estas antenas se manifestaron como patrones en las carcasas, especialmente en modelos metálicos, permitiendo mantener su funcionalidad mientras quedaban integradas estéticamente en el diseño.

Hoy en día, aunque ocultas, las antenas siguen siendo un componente esencial, evolucionadas al punto de fusionarse con la estructura del teléfono, reflejando los enormes avances en diseño y tecnología desde aquellos primeros «móviles» que parecían cualquier cosa menos portátiles.

Organizaciones ofrecen ayuda para recuperar datos perdidos en dispositivos dañados por la DANA

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Diversas entidades públicas, en colaboración con empresas privadas del sector tecnológico, han puesto en marcha un proyecto solidario destinado a apoyar a personas afectadas por la reciente DANA en Valencia. Esta iniciativa está dirigida especialmente a pequeñas y medianas empresas (pymes) que necesiten recuperar datos de dispositivos informáticos dañados durante el evento climático ocurrido hace dos semanas.

El proyecto se centra en el rescate de información de equipos como ordenadores, teléfonos móviles y discos duros. Desde el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE), uno de los organismos involucrados, explican: «Con el tratamiento adecuado, es posible recuperar parte de los datos, lo que permitirá a los negocios afectados restablecer información crítica necesaria para su funcionamiento».

A través de un formulario público, los afectados pueden registrarse para solicitar asistencia, y quienes deseen colaborar como voluntarios o aportar recursos también pueden inscribirse para ser contactados.

Asistencia telefónica y soporte especializado
Además, los empresarios que enfrentan pérdidas económicas debido a datos críticos perdidos pueden comunicarse con INCIBE a través del teléfono de asistencia 017. Este servicio opera todos los días del año, de 8:00 a 23:00, y ofrece orientación sobre los pasos necesarios para acceder al servicio de recuperación de datos.

Desde INCIBE señalan que, tras solicitar ayuda, los organizadores contactarán a los afectados en menos de 24 horas para guiarles en el proceso. Para resolver dudas adicionales, está disponible el correo electrónico ayuda-dana@protonmail.com.

Recomendaciones para manejar dispositivos dañados
Mientras se recibe la asistencia técnica, INCIBE sugiere una serie de medidas que pueden ayudar a preservar los dispositivos dañados y aumentar las posibilidades de recuperar los datos:

  1. No conectes ni enciendas el dispositivo. Esto podría provocar daños irreversibles.
  2. Permite que se seque completamente. Si el dispositivo estaba apagado al mojarse, hay mayores probabilidades de éxito en la recuperación de datos.
  3. Extrae los discos duros, si es posible. Si tienes conocimientos suficientes, hazlo con cuidado; si no, lleva el equipo completo.
  4. Seca los componentes de forma adecuada. Utiliza arroz o aire caliente (desde lejos y con moderación).
  5. Embala el equipo o discos con protección para su transporte.
  6. Consulta el 017 si necesitas más ayuda.

Organizaciones participantes
El proyecto cuenta con la participación de INCIBE, CCN CERT, Secture, ClickDefense, RootedCON, ModoZenit, OnRetrieval, la Asociación de Internautas, ISACA (capítulos de Madrid y Valencia), Forensic & Security, DLTCode, CriptoRed, Securízame, CORRECTA, ON DATA, ProtAAPP y Escrivivir.

Esta colaboración busca minimizar las pérdidas y apoyar la recuperación tecnológica de empresas y personas afectadas por la DANA, promoviendo la resiliencia frente a desastres climáticos.

¿Podrías cargar tu móvil con una camiseta? Estos tejidos lo hacen posible

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Investigadores de la Universidad Tecnológica de Chalmers en Suecia y de la Universidad de Drexel en Estados Unidos han logrado importantes avances en la creación de textiles que convierten la energía térmica y electromagnética en electricidad, lo que abre la puerta a una nueva generación de prendas funcionales y confortables.

Hilos de seda que producen electricidad
Un equipo liderado por la Universidad Tecnológica de Chalmers ha desarrollado un hilo de seda recubierto con un polímero conductor, capaz de transformar textiles comunes en generadores de energía. Estos «textiles termoeléctricos» convierten la diferencia de temperatura entre el cuerpo y el ambiente en electricidad, suficiente para alimentar sensores sin necesidad de baterías, según el estudio publicado.

Un grupo de investigación de Chalmers presentó este hilo de seda ordinario recubierto de polímero conductor, que muestra un gran potencial para convertir los tejidos en generadores eléctricos. En la imagen, se observa un botón cosido con el nuevo hilo. Crédito: Universidad Tecnológica de Chalmers | Hanna Magnusson.

“El polímero es flexible, liviano y no tóxico, ideal para integrarse en la ropa”, explica Mariavittoria Craighero, investigadora principal del estudio. Para probar el potencial del hilo, el equipo creó dos dispositivos termoeléctricos: un botón y una pieza de tela con hilos cosidos. Cuando el tejido se coloca entre una superficie fría y una caliente, genera electricidad, alcanzando hasta 6 milivoltios con una diferencia de temperatura de 30 grados Celsius, suficiente, en teoría, para cargar dispositivos portátiles mediante USB. El hilo conserva sus propiedades al menos un año y soporta varios ciclos de lavado, reteniendo dos tercios de su capacidad conductora tras siete lavados.

Christian Müller, profesor en Chalmers, señala que, aunque el proceso de producción actual es manual y laborioso, el equipo ve un gran potencial en estos hilos, con miras a una fabricación automatizada y a gran escala en el futuro. “Hemos demostrado que es posible producir materiales orgánicos conductores adecuados para textiles energéticos”, afirma Müller.

Cargar ropa de forma inalámbrica con tinta de MXeno
En paralelo, un equipo de la Universidad de Drexel, junto con la Universidad de Pensilvania y Accenture Labs, ha desarrollado una “red de energía textil” impresa en algodón, capaz de cargarse de forma inalámbrica. Utilizando una tinta de MXeno, un nanomaterial de alta conductividad, el equipo imprimió en textiles un sistema que almacena y transmite energía para alimentar dispositivos electrónicos.

Investigadores de Drexel, la Universidad de Pensilvania y Accenture Labs han creado un proceso para recubrir textiles con tinta de MXeno, permitiendo una red de energía que se carga de manera inalámbrica. Crédito: Universidad de Drexel.

“Los sistemas de energía convencionales para ropa son rígidos e incómodos”, explica Yury Gogotsi, investigador del proyecto. “Nuestro diseño se imprime sobre textiles ligeros y flexibles, adaptándose al movimiento y lavado de la prenda”. Este sistema incluye una bobina resonadora impresa que convierte ondas electromagnéticas en electricidad y tres supercondensadores que almacenan la energía. Con 15 minutos de carga inalámbrica, se obtiene suficiente energía para alimentar dispositivos pequeños durante más de 90 minutos, y el material mantiene su rendimiento tras pruebas de desgaste y lavado.

Además, el tejido puede alimentar sensores inalámbricos, como «MXtrodes», que monitorizan el movimiento muscular, y sensores de temperatura y humedad que envían datos en tiempo real. También, la bobina de MXeno se utilizó para alimentar un elemento calefactor textil, aumentando la temperatura unos 4 grados Celsius como prueba de concepto.

El futuro de los textiles inteligentes
Ambos desarrollos apuntan hacia un futuro prometedor para la ropa inteligente. El equipo de Drexel planea escalar su sistema sin comprometer su rendimiento ni su capacidad de integración en prendas, y Gogotsi cree que el MXeno puede ser clave para adaptar diversas tecnologías al formato textil. “Nuestra red de energía podría alimentar desde LEDs en fibras para moda o seguridad laboral hasta sensores de realidad aumentada”, comenta.

Por su parte, el equipo de Chalmers busca mejorar la durabilidad de su hilo conductor para que soporte más lavados y pueda producirse de manera más eficiente, ya que el proceso actual demanda hasta cuatro días de trabajo manual.

Ambos estudios destacan importantes avances en el desarrollo de tejidos funcionales, capaces de generar energía para dispositivos, lo que podría transformar la ropa en una fuente de energía y monitoreo de la salud en un futuro cercano.